28.10.10

LI

Hubo una vez un obrero que fabricó una vasija de cristal que no se podía romper. Se le concedió el honor de presentarla al César, y cuando éste la hubo visto, el obrero la cogió otra vez y la tiró contra el suelo. Espantose el emperador al ver aquello, pero la vasija no se quebró; unicamente se abolló un poco, como si hubiese sido de metal. El obrero, entonces, sacando un martillo, la arregló con mucha destreza y le devolvió la forma. Después de aquella muestra de habilidad vió el cielo abierto cuando César le preguntó:
- ¿Hay alguien que conozca el arte de fabricar vidrio como tú? ¡Cuidado con decir la verdad!
Contestó el otro que él era el único conocedor de aquel secreto, y entonces el emperador le mandó a decapitar, bajo el pretexto de que si semejante arte se extendiera perdería el oro su valor.



Petronio - El satiricón