6.5.09

Unos y ceros

Sólo entonces propuse la risa como el único momento en que se admite y se valida el error la equivocación, la incongruencia, los valores más básicamente incompatibles. Frente a mi brillaba la multitud de rostros ordenados prolijamente en su butaca, todos en la misma postura mirando un punto fijo sobre mi frente.

A pesar de que cada uno de los asistentes en el auditorio estaba pensando muy seriamente en que podía consistir este florido fenómeno, todos adolecían de una expresión de tortura. Y es que aquella expresión en donde se busca la erudición me parece lejanamente amena o placentera por decirlo de alguna manera, esto es lo que sucede cuando uno habla y los demás piensan: Nadie suele reír.

Me repuse de ese largo silencio provocado por mi contemplación y me dirigí impetuoso hacia el público:

-Siendo mecanismos biológicos los que trabajan en nuestro interior las emociones funcionan, en mi supuesto, en cuanto presten alguna utilidad. Si poseemos un lenguaje, si poseemos medios para expresarnos, inverosímiles aparatos para comunicarnos con cada uno de los seres existentes en este planeta, si poseemos la materialidad física y podemos con ella modificar físicamente la realidad... las emociones -estos vicios perfectamente justificados- nos ocupan más tiempo y recursos de proceso que las instrucciones necesarias para que los hechos reales y utilitarios, sucedan empíricamente, siempre a nuestro favor, al bien común (nada ni nadie) y así no ocupar
los propios recursos de manera ineficiente en una polución de llantos y risas que se contraponen sin sentido alimentando una nefasta y provocada entropía. Esto es lo que entiendo por el origen primero de todas las clases de contaminación. Yo os digo: para que complicaros con toda esta parsimonia de asuntos emotivos que, comprendo y acepto a pesar de lo que acabo de exponer, les han sido tanto primordiales y a la ves útiles a la especie humana para trascender durante tanto tiempo, al menos durante la civilización terrestre. Estimados, yo propongo abolir definitivamente esta peculiar manera de programarse; cuando podemos simplemente existir... abandonar estas bazofias del sentir y entregarnos por consecuencia a mecanismos de vida más desinteresados y ecológicamente amigables.

Mientras, corrían las diapositivas detrás y por encima mío de los más variados vegetales emplazados en su estado original: bosques, huertos, bancos de corales, pastizales, plantaciones. Especies exóticas de inconmensurable belleza.

-Solo piénsenlo un momento y apelo con esto, a la franqueza interior de cada uno de los asistentes. Si no es claramente el amor, algo que practicamos solo por temor por ese temor a la existencialidad (que es otro fenómeno asociado, enfermo e igualmente nefasto pero mas peligroso) presten atención a lo que os digo y si logran entenderlo sabrán que ya existen, que pueden vivir hasta el último momento hasta aquel día en que sean considerados prácticamente inútiles y obsoletos.


De pronto, la multitud, que ocupaban una fajade tierra tan extensa que se perdía en el horizonte, una gruesa fila de robots, humanoides, transistóricos y cuanto esperpento de plástico o fluido que había ahí; absolutamente todos echaron a reír con sincronía perfecta como arremeten las trompetas casi al final de las sinfonías en un sonido estridente, metálico, eterno. Cada uno de ellos comenzó a reír.


Entiendo ahora que esto de la fama le quita crédito a mis conocimientos y lo vuelve todo voluble, pasajero, efímero. pero cuando empezaba mi remate diciendo: La Risa es el único momento en que se admite el error, vale decir, emplear la lógica sin aprehensiones frente a un absurdo; propongo una advertencia y a la vez, experimento con mi público, haciendo en el instante completamente coherentes y empíricas mis teorías sobre la necesaria desprogramación volitiva de los de los artefactos que viven aquí en el planeta Ataraxia.

Mi fama sigue en alza, los medios hacen mucho dinero y maravillas con mi nombre puesto que el último ataque de risa que provoqué en el sector 48 dejo inoperantes a mas de 3.4 millones de seres, una gran cantidad de estos en tanto aún no puede dejar de reír. Ya es la mañana siguiente, salgo a comprar un café veo algo que me hace reír, un tipo lleva una chaqueta con el antiquísimo logotipo de las extintas baterías Eveready estampado en la espalda un nueve rojo por donde pasa un gato negro: esa esencia humanamente modelada, cuna de toda nuestra maravilla, esa naturaleza enteramente "eléctrica".

1 Comments:

Blogger Dany said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

3:30 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home