La Corbata
Nadie nunca supo a ciencia cierta la razón del porqué me había colocado la corbata el invierno del año pasado. En aquel entonces, cuando era humano, sufría por el amor de alguien que apenas sabía mi nombre completo.
Me puse el dichoso adorno al cuello un día frío. Temprano, como a eso de las seis ya estaba contemplando de frente el árbol más hermoso de todo el parque, llevaba traje aquel día. Cuando mis pies no tocaron el suelo al menos por unos breves instantes, cuando el aire abandonó por completo mis entrañas, solo entonces y por primera vez algo mágico ocurrió; fui hoja, fui rama, fui tronco, madera y hormigas. Fui viento y vértigo. Solo un instante.
Estoy contento ahora, debo decir. Me alegra contartes que he vuelto a ver a mi amada platónica y esta vez tenemos un vinculo muy especial. Aunque este sentir no tenga un significante estoy muy seguro que es real. ¿Pueden creer que aún siendo yo un vegetal puedo sentirlo de manera inequívoca? Esto me hace sentir muy pleno. Ya no extraño mi cuerpo, ya no me angustio por estar corriendo, he llegado a conocer y a nombrar a todas las estrellas del firmamento, soy parte del movimiento.
Ella, mi platónica, me visita desde hace algún tiempo y aunque habla poco sabe exactamente donde mirarme a los ojos, disfruta de mi sombra en estos días soleados y joviales, me abraza por el tronco y se sostiene junto a mi en una mueca trémula.
Luego me coloca la misma corbata que usé el día en que cambié mi identidad, me observa, llora emocionada, intenta trepar a mi regazo... debe ser por lo eterno que parezco ahora.
Al oscurecer se resigna, me quita la corbata, se seca las lágrimas y luego se va para volver a la tarde siguiente y la siguiente - la siguiente - la siguiente.
Me puse el dichoso adorno al cuello un día frío. Temprano, como a eso de las seis ya estaba contemplando de frente el árbol más hermoso de todo el parque, llevaba traje aquel día. Cuando mis pies no tocaron el suelo al menos por unos breves instantes, cuando el aire abandonó por completo mis entrañas, solo entonces y por primera vez algo mágico ocurrió; fui hoja, fui rama, fui tronco, madera y hormigas. Fui viento y vértigo. Solo un instante.
Estoy contento ahora, debo decir. Me alegra contartes que he vuelto a ver a mi amada platónica y esta vez tenemos un vinculo muy especial. Aunque este sentir no tenga un significante estoy muy seguro que es real. ¿Pueden creer que aún siendo yo un vegetal puedo sentirlo de manera inequívoca? Esto me hace sentir muy pleno. Ya no extraño mi cuerpo, ya no me angustio por estar corriendo, he llegado a conocer y a nombrar a todas las estrellas del firmamento, soy parte del movimiento.
Ella, mi platónica, me visita desde hace algún tiempo y aunque habla poco sabe exactamente donde mirarme a los ojos, disfruta de mi sombra en estos días soleados y joviales, me abraza por el tronco y se sostiene junto a mi en una mueca trémula.
Luego me coloca la misma corbata que usé el día en que cambié mi identidad, me observa, llora emocionada, intenta trepar a mi regazo... debe ser por lo eterno que parezco ahora.
Al oscurecer se resigna, me quita la corbata, se seca las lágrimas y luego se va para volver a la tarde siguiente y la siguiente - la siguiente - la siguiente.
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