14.7.09

95 Oct.

yo que la conocía como nadie
yo que había dejado todo por tenerla
no me jactaba de sus pasiones
de su perfecta figura
de su careta indómita
de su cruda fiereza
al fin y al cabo me había costado la vida
me había dejado consumir por ella

cuando la traje conmigo al barrio
preferí decir que en realidad ella era una perra
que me la habían vendido bien barata
quien sabe si fue por angustia o mera conveniencia
unos turcos picao' a chorizos, tarde un día en el persa

mi pelirroja, incontrolable y voluble
todo un peligro, un dolor de cabeza
roja su demencia , la cabellera desatada
como la sangre más espesa
te derramas, intimidas, desconciertas

que chupaba como las diosas
que era capaz de partir la tierra
a todo aquel que con la mirada la devorara
a todos muy sutilmente comentaba
que aunque yo la odie no la regalaría a cualquiera
yo les decía a los chicos en la esquina, en la juerga
que moriría descuartizado (sin resistirme) por ella
y que fuí libre al entregarme al fuego entre sus piernas
dije que por ella mordería encantado la arena
para luego escupir estas décimas enfermas







dedicado literalmente a ella misma
(y en sueños a aquella Ducati 906)