26.4.14

Rueda para conejos

No sé bien si recuerdas que un día de octubre perdiste un conejo. Si acaso lo olvidaste lo entiendo, te perdono. Son demasiados los conejos que tratas de domar a diario, el problema debe ser seguramente que se reproducen con facilidad, en fin, no hay problema con ello. De hecho, hay algo de tu oficio de domadora de conejos que realmente me conquistó. Teniendo en cuenta que pronto estaré en la misma trinchera, jamás imaginé que hablar de conejos todo el día (contigo y sólo contigo o al menos con alguien) sería algo fascinante, a pesar de la negativa generalizada frente a las relaciones entre domadores, a mi gusto, cariño, puros cuentos. A menudo me veo reflejado en vos.

Volviendo al asunto de este roedor en particular, debes saber muy bien cuán terrible es la deserción entre conejos, especialmente cuando todavía no llegan a mover bien las orejas, o no han aprendido aún a saltar "como es debido", en síntesis «cuando no se reflejan en el espejo», lo que los hace literalmente desaparecer entre las multitudes, lo que los vuelve de la clase de conejos más esquivos y huraños. Lo encontré en la 210,  vendiendo helados. Lo reconocí inmediatamente por sus orejas alternadas: una pará y una caída.

Ahora que empiezas a recordar el asunto con este animalito, debes haber recordado seguramente que en cierta ocasión insinué haberlo encontrado. Pues bien, hace un par de meses que ya está conmigo. Hemos pensado largamente en el día del reencuentro. Desde que estamos juntos me he dedicado a domesticarlo parcialmente para nuestro deleite; sin desmerecer, obviamente, las cosas que aprendió en su breve paso por las calles. Yo, que también he estado allí, valoro tanto como tú estas cosas en él. Bien podría ser un conejo muy feliz viviendo en Puente o en la PAC. En vista que me voy de vacaciones, pensé que sería una excelente instancia para que se conocieran,  ha sido mi decisión que el conejo no vuelva al sistema escolar. Espero la respetes. Si no llegasen a congeniar, puedes devolvérmelo... Dudo que eso suceda a partir de lo que relataré a continuación.

En esta carta quiero explicarte también el artefacto, muy peculiar por cierto, que acompaña esta misiva. He descubierto en Cone (he decidido llamarle así por recordar tu enorme imaginación y en uno que otro ánimo narcisista, puesto que me encanta que me llames así) muchas virtudes, entre las cuales no destaca exactamente el saltar. Parte de su rebeldía instintiva surge de este asunto. Con el ánimo de darle un objeto real a este animal invisible a los espejos (con los problemas de identidad que ello supone) fue que le regalé esta rueda de conejo. Le expliqué que si bien nunca llegaría a ser el conejo más saltador, era muy posible, dado que lo he visto correr como el rayo, que un día llegase a ser el conejo más rápido del mundo. Desde entonces es un gran seguidor de Usain Bolt, está decidido a serlo en verdad. En lo personal pienso que algún día también yo podría correr más rápido y sortear la distancia entre las dos comunas rápidamente. No saber donde vives alienta muchas divagaciones entre yo y Cone sobre donde será exactamente y cuánto demoraríamos en llegar, yo en bicicleta, él corriendo. Miramos a menudo el inservible mapa de los recorridos del Transantiago. Pues bien, la rueda se ha convertido en su gimnasio. Siempre se anima a correr aún más rápido cuando alguien hace girar la rueda, he evitado engrasarla para oír sus rutinas desde el patio.

Quiero pedirte que no le expliques a Cone su naturaleza imaginativa. Él es un personaje de pocas palabras, sólo quiere correr y en eso se parece mucho a ti, me recuerda tu energía y tu humor a prueba de balas. Es por lo mismo que he evitado explicarle este asunto de los espejos, cuestión que por cierto yo pienso mucho  leyendo libros interminables que van produciendo en mí otras diversas preguntas del tipo, preguntas que últimamente busco evitar a toda costa no encontrando en ellas respuestas del todo satisfactorias. Sé bien que entiendes a qué me refiero, a veces es mejor no acumular preguntas innecesarias, por otra parte adoro tu  simpleza, sí, tus ideas simples. Volviendo al asunto, no haré descrédito de la curiosidad natural de todo conejo. Suele preguntar cosas curiosas, él se fuma una zanahoria, yo me como un cigarro, todo siempre termina en risas, igual que con vos.

Puedes acusarme de conductista por el asunto de la rueda, mi verdadera intención es que el animal corra a campo abierto. En este sentido y a propósito de lo mismo, verás que este personaje no necesita jaula, creo que tú y yo tampoco, deseo estar en muchos lugares distintos contigo, con el conejo y también con nadie, creo habértelo comentado más de alguna vez, te quiero. 

Te quiero y no abundaré más en otras palabras de amor para vos por el momento. El personaje principal de esta historia es Cone y su rueda para conejos, no para hamsters anestesiados, pajeros, enjaulados. Los mensajes amorosos han sido incluidos deliberadamente por mí en la rueda bajo el pretexto de que con ello nuestro querido Cone aprenderá a correr mejor en zig-zag para, de esta forma, mitigar su tendencia a estrellarse contra los obstáculos a toda velocidad y hacerse pebre. Evitar obstáculos debe significar algo también para mí y mi tendencia a hacer metáforas hasta con colillas de cigarro y otros materiales reciclables, intuyo... o bien, sigo especulando tonterías mientras me divierto largamente pensando en ti. La rueda, siempre que la gires, te entregará un mensaje para que empieces o termines el día (lo que sea tu entero gusto) mientras yo esté haciendo diplomacia con los alienígenas (otra especie que provoca en mí un gran interés) durante mi estadía en el Valle del Elqui. Espero te hagas cargo responsable y criteriosamente de este obsequio que es también, a la vez, una responsabilidad. La rueda comienza a girar mientras escribo esto. Debería girar también mientras lo lees.



Créditos y plagios:

Al menos una decena de obras han sido plagiadas en el presente texto: El principito, Carta a una señorita en París, La cueca larga, Hamlet, El quijote y otras de menor valor artístico, pero de precio muy accesible en cualquier feria libre del país. Cone, considerando esto y las represalias que puede recibir en la dimensión imaginaria, está dispuesto a enfrentar cualquier eventual demanda en su calidad de animal del reino imaginario, asumiendo la responsabilidad legal de los derechos creativos. Y en caso de encontrarse con un piño maomeno, correr hecho la mierda hacia Puente donde sabremos prestarle toda la ropa necesaria. Lo mismo cuenta para ti.


Te piensa,


Juan.






1 Comments:

Blogger Unknown said...

Esta entrada la había leído pero de la noche a la mañana desapareció. Que bueno que la volviste a publicar.

Saludos Juan!

7:24 p.m.  

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