Apnea
-Yo no tengo bien claro si la maté o no.
Como tratando de atizar las culpas que lo corroían hasta las patas de su asiento, comenzó Aurelio a recordar aquel aire artificioso del amor que sentía por Paty, bailarina exótica del tentación grado 3. Aquella última noche entró por el corredor repleto de espejos mientras se acomodaba la bata. Ahí estaba ella desnuda haciendo juego con cada detalle alegórico de la habitación de fantasía egipcia con jacuzzi. Estaba callada como siempre. Tenía intranquilos esos labios grotescos mientras sorbía un brevaje calipso. Los movía haciendo muecas escandalosas, ensayando algún tipo de expresión delirante para usarla mientras se deslizaba asida de la barra con las piernas apuntando al cielo, dando sicóticos giros. Ante la insistencia, se dejó atar a la cama con fingidos gestos de novedad usando las esposas que el mismo Aurelio le había regalado hace un par de meses -esta será la primera vez que las usaré con él-. Pensaba patty.
De vuelta al cubículo de las visitas, tras el vidrio, sobre la cara de fastidio de su abogado, todo recuerdo meloso terminaba finalmente en el bendito video... pensó que era justo grabarla ocultamente cuando comenzaron a vivir juntos: Ella reía desnuda junto a una pequeña jovencita que a simple vista, en aquellas breves imagenes que le punzaban el cerebro, a penas y había dejado de ser una púber.
-Usted se va a declarar inocente por que para eso me contrató su familia. Agradezca que no merece de mi parte las respectivas injurias por fijarse en una mujer de la vida licenciosa. Ya no perdamos el tiempo en cosas que no me competen del todo.
-Me tiene sin cuidado su ética señor, yo quiero confesarle lo que siento. Es mi derecho como cliente supongo.
-Mire tengo claro que usted no ha cometido crimen alguno. sus antecedentes están limpios ,pero, su historia en lo personal no me convence. Yo no estoy obligado a llegar al punto donde tengo que decirle a usted, a la luz de las evidencias, aun siendo su defensor, si es usted o no un asesino, su testimonio ha sido categórico las últimas dos sesiones y estamos cerca de ganar el juicio, no conviene que usted empiece a dudar a estas alturas.
-¿Y Usted que cree don Gonzalo?
-Usted quiere que yo le pregunte a usted si acaso la mató ¿verdad? -El abogado se mostraba sumamente incómodo con el reiterativo relato que emanaba su cliente que más bien le parecía una alucinación muy bien pulida. -Ahora me va a decir que usted no sentía celos de Paty, que ella no sufría de asma y que lo ocurrido fue la consecuencia de unas inocentes cosquillas, Linda la güeá.
-Ya le dije que no sé si acaso la maté deliberadamente. Yo le propuse esposarla a la cama y ella asintió con el desprecio habitual. Yo quería verla reír de alguna forma quería saber si aquella risa que escuchaba en las grabaciones era la misma risa que podía dedicarme a mi. Así que partí por preguntarle si acaso me era infiel. Me trató como un estúpido, me dijo que tenía demasiada imaginación,que aquello no le hacía falta a ella. Yo insistí y siguió riendo, me dijo que estaba loco, que ya habíamos superado esa etapa, que ya eramos personas adultas, que su profesión no tenía nada que ver y en fin... tantas otras mierdas. Comencé a recorrer su cuerpo con ambas manos disimulando todas las dudas iracundas que me invadían junto con el recuerdo de la grabación y quise entonces que riera como lo hacía con la jovencita del video. De las risas histéticas paso a los espasmos, su cuerpo comenzó a temblar descontrolado. Estaba atada de manos, no pudo defenderse.
-Un cuchillo, un arma de fuego o las cosquillas. Es lo mismo. Yo intento demostrarle al jurado que fue un descuido y la tesis parece funcionar gracias a que usted no violentó jamás a su difunta esposa. Deje de preguntarse cosas, duerma tranquilo y guarde sus energías para la sesión de mañana. Veo que no puedo luchar contra su idiotez y esto es todo cuanto puedo hacer el día de hoy por usted Don Aurelio- Se levantó dando signos de que la conversación se acababa. Aurelio parecía iracundo, destructivo.
-Don Gonzalo, no se valla. No le estoy pidiendo que me defienda ahora.
-Aquel video ya no existe hombre! sea breve y prometa que esta conversación no existirá en su cabeza mañana.
-Simplemente no pude dejar de fastidiarla con la punta de los dedos puede que me haya pasado de la raya con el jueguito en la confusión de todos esos pensamientos. Persistí con las cosquillas aún cuando había dejado de tirar patadas. Cuando Paty abandonó los inútiles llamados de auxilio entre el rubor de sus mejillas que fue poco a poco volviéndose púrpura se acabaron las risas en un par de bocanadas de aire, pensé que fingía como siempre. Se quedó así esposada con los ojos bien abiertos; tenía las muñecas sangrantes, destrozadas; entonces -Aurelio guardó un silencio previo antes de confesar- lo hicimos como era costumbre: yo arriba y ella debajo callada e inmóvil mirando el techo.
Disimulando cualquier tipo de impresión que pudiera provocarle la confesión el abogado Ramirez respondió con acrimonia:
-Cuando salga usted de aquí mi estimado don Aurelio, búsquese una mujer de verdad. Como dice Unamuno, es mejor tener a alguien que lo quiera a usted. Mañana será un día clave, luego tendrá tiempo para pensar en eso.
Y es que el mismo abogado tenía mucho que pensar al respecto -La gente joven no sabe que los sentidos son categóricos... se engañan para protegerse de aquello que perciben y no les conviene- Esto pensaba en silencio mientras masticaba el hedor a cigarrillo de su esposa que yacía como un gran bulto inerte bajo la pansa que se desparramaba sobre el lecho al montarse sobre ella; en un cuadro que difícilmente alguien hubiese querido grabar en video.
Los abogados demandantes no pudieron sostener la tesis del asesinato, puesto que el cuerpo de Paty no presentaba marcas de estrangulación. Por otra parte, no había registro médico alguno que respaldara la supuesta asma en la difunta mujer: Aurelio fue finalmente absuelto del caso "cosquillas".
Como tratando de atizar las culpas que lo corroían hasta las patas de su asiento, comenzó Aurelio a recordar aquel aire artificioso del amor que sentía por Paty, bailarina exótica del tentación grado 3. Aquella última noche entró por el corredor repleto de espejos mientras se acomodaba la bata. Ahí estaba ella desnuda haciendo juego con cada detalle alegórico de la habitación de fantasía egipcia con jacuzzi. Estaba callada como siempre. Tenía intranquilos esos labios grotescos mientras sorbía un brevaje calipso. Los movía haciendo muecas escandalosas, ensayando algún tipo de expresión delirante para usarla mientras se deslizaba asida de la barra con las piernas apuntando al cielo, dando sicóticos giros. Ante la insistencia, se dejó atar a la cama con fingidos gestos de novedad usando las esposas que el mismo Aurelio le había regalado hace un par de meses -esta será la primera vez que las usaré con él-. Pensaba patty.
De vuelta al cubículo de las visitas, tras el vidrio, sobre la cara de fastidio de su abogado, todo recuerdo meloso terminaba finalmente en el bendito video... pensó que era justo grabarla ocultamente cuando comenzaron a vivir juntos: Ella reía desnuda junto a una pequeña jovencita que a simple vista, en aquellas breves imagenes que le punzaban el cerebro, a penas y había dejado de ser una púber.
-Usted se va a declarar inocente por que para eso me contrató su familia. Agradezca que no merece de mi parte las respectivas injurias por fijarse en una mujer de la vida licenciosa. Ya no perdamos el tiempo en cosas que no me competen del todo.
-Me tiene sin cuidado su ética señor, yo quiero confesarle lo que siento. Es mi derecho como cliente supongo.
-Mire tengo claro que usted no ha cometido crimen alguno. sus antecedentes están limpios ,pero, su historia en lo personal no me convence. Yo no estoy obligado a llegar al punto donde tengo que decirle a usted, a la luz de las evidencias, aun siendo su defensor, si es usted o no un asesino, su testimonio ha sido categórico las últimas dos sesiones y estamos cerca de ganar el juicio, no conviene que usted empiece a dudar a estas alturas.
-¿Y Usted que cree don Gonzalo?
-Usted quiere que yo le pregunte a usted si acaso la mató ¿verdad? -El abogado se mostraba sumamente incómodo con el reiterativo relato que emanaba su cliente que más bien le parecía una alucinación muy bien pulida. -Ahora me va a decir que usted no sentía celos de Paty, que ella no sufría de asma y que lo ocurrido fue la consecuencia de unas inocentes cosquillas, Linda la güeá.
-Ya le dije que no sé si acaso la maté deliberadamente. Yo le propuse esposarla a la cama y ella asintió con el desprecio habitual. Yo quería verla reír de alguna forma quería saber si aquella risa que escuchaba en las grabaciones era la misma risa que podía dedicarme a mi. Así que partí por preguntarle si acaso me era infiel. Me trató como un estúpido, me dijo que tenía demasiada imaginación,que aquello no le hacía falta a ella. Yo insistí y siguió riendo, me dijo que estaba loco, que ya habíamos superado esa etapa, que ya eramos personas adultas, que su profesión no tenía nada que ver y en fin... tantas otras mierdas. Comencé a recorrer su cuerpo con ambas manos disimulando todas las dudas iracundas que me invadían junto con el recuerdo de la grabación y quise entonces que riera como lo hacía con la jovencita del video. De las risas histéticas paso a los espasmos, su cuerpo comenzó a temblar descontrolado. Estaba atada de manos, no pudo defenderse.
-Un cuchillo, un arma de fuego o las cosquillas. Es lo mismo. Yo intento demostrarle al jurado que fue un descuido y la tesis parece funcionar gracias a que usted no violentó jamás a su difunta esposa. Deje de preguntarse cosas, duerma tranquilo y guarde sus energías para la sesión de mañana. Veo que no puedo luchar contra su idiotez y esto es todo cuanto puedo hacer el día de hoy por usted Don Aurelio- Se levantó dando signos de que la conversación se acababa. Aurelio parecía iracundo, destructivo.
-Don Gonzalo, no se valla. No le estoy pidiendo que me defienda ahora.
-Aquel video ya no existe hombre! sea breve y prometa que esta conversación no existirá en su cabeza mañana.
-Simplemente no pude dejar de fastidiarla con la punta de los dedos puede que me haya pasado de la raya con el jueguito en la confusión de todos esos pensamientos. Persistí con las cosquillas aún cuando había dejado de tirar patadas. Cuando Paty abandonó los inútiles llamados de auxilio entre el rubor de sus mejillas que fue poco a poco volviéndose púrpura se acabaron las risas en un par de bocanadas de aire, pensé que fingía como siempre. Se quedó así esposada con los ojos bien abiertos; tenía las muñecas sangrantes, destrozadas; entonces -Aurelio guardó un silencio previo antes de confesar- lo hicimos como era costumbre: yo arriba y ella debajo callada e inmóvil mirando el techo.
Disimulando cualquier tipo de impresión que pudiera provocarle la confesión el abogado Ramirez respondió con acrimonia:
-Cuando salga usted de aquí mi estimado don Aurelio, búsquese una mujer de verdad. Como dice Unamuno, es mejor tener a alguien que lo quiera a usted. Mañana será un día clave, luego tendrá tiempo para pensar en eso.
Y es que el mismo abogado tenía mucho que pensar al respecto -La gente joven no sabe que los sentidos son categóricos... se engañan para protegerse de aquello que perciben y no les conviene- Esto pensaba en silencio mientras masticaba el hedor a cigarrillo de su esposa que yacía como un gran bulto inerte bajo la pansa que se desparramaba sobre el lecho al montarse sobre ella; en un cuadro que difícilmente alguien hubiese querido grabar en video.
Los abogados demandantes no pudieron sostener la tesis del asesinato, puesto que el cuerpo de Paty no presentaba marcas de estrangulación. Por otra parte, no había registro médico alguno que respaldara la supuesta asma en la difunta mujer: Aurelio fue finalmente absuelto del caso "cosquillas".
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